BARROCO MISTRALE ENSEMBLE

Nicolas carpentier & Kioko Watanabe – oboes
Santiago López – fagot
Gabriel león – Contrabajo
Daniel Oyarzabal – Clave

PROGRAMA ORIENTATIVO:

Jan Dismas Zelenka (1679 – 1745): Sonate Nr. 4 en sol menor Zwv 181,4
Georg Friedrich Händel(1685-1759): Sonata op.2 n.3 en Fa mayor (London, 1733)
Georg Philipp Telemann (1681 – 1767): Suite en  la menor
Johann Adolf Hasse (1699-1783): Sonata en Fa mayor para clave
Jan Dismas Zelenka (1679-1745): Sonata 6 en la menor (Prague/Dresden, ca.1723)

PROGRAMA ORIENTATIVO:

Jan Dismas Zelenka (1679 – 1745): Sonata Nr. 4 en sol menor Zwv 181,4

François Couperin (1668 – 1733): Le Parnasse ou L’Apotheose de Corelli (Grande Sonade en trio para dos oboes, fagot y bajo contínuo)
– Corelli au pied du Parnasse prie les Muses de le recevoir parmi elles. Gravement.
– Corelli, charmé de la bonne réception qu’on lui fait au Parnasse, en marque Sa joye. Il continue avec ceux qui l’accompagnent. Gayement.
– Corelli buvant á la Source d’Hypocréne, sa Troupe continue. Notes ègales et coulées moderément.
– Entouziasme de Corelli causé par les caux d’Hypocréne. Vivement.
– Corelli, aprés son Entouziasme, s’endort; et sa Troupe joue le Sommeil suivant. Notes égales et coulées.

– Les Musés reveillent Corelli et le placent aupres d’Apollon. Vivement.

Johann Adolf Hasse (1699-1783): Sonata en Fa mayor para clave
Jan Dismas Zelenka (1679-1745): Sonata 6 en la menor (Prague/Dresden, ca.1723

MISTRALE ENSEMBLE

Hablar de Jan Dismas Zelenka y dedicar a su enigmático genio musical un capítulo en nuestro viaje por el barroco europeo es un reto que merece ser enfrentado. Detrás de la figura de este extraordinario compositor bohemio se esconde un mundo musical cuya belleza, majestuosidad y encanto pueden competir, probablemente, solo con el de Johann Sebastian Bach, quien de hecho en sus obras encontró gran inspiración. Zelenka, olvidado por una historia a veces demasiado superficial y categórica, es un compositor extraordinario, una de las voces más completas y brillantes que la música barroca haya tenido en su larga historia.

En los libros de historia su nombre aparece como máximo representante de ese mundo cultural, nacido violentamente de las cenizas de la Guerra de los Treinta años (1618 – 1648), que hoy en día se conoce como barroco bohemio. Su música, no podemos negarlo, vive y respira en ese clima, en esa extraordinaria mezcla entre la arquitectura italiana, impuesta por los jesuitas en el siglo XVII para extirpar los núcleos de protestantes, la sabiduría alemana y la espiritualidad ortodoxa. De ahí Zelenka se eleva, como pocos años después haría Georg Friderich Handel, a perfecta síntesis de todo el barroco europeo, rompiendo todas las fronteras. Los pocos datos que poseemos de su vida parecen confirmar su identidad europea. Zelenka nació en Lounovice, pequeño pueblo de los alrededores de Praga, en 1679. Comenzó sus estudios en dicha ciudad y luego  se trasladó a Dresden en 1710, donde entró como violinista en la orquesta de la corte. Largos viajes lo llevaron a Italia para estudiar con Antonio Lotti, y a Viena con Johann Joseph Fux y con el célebre Joachim Quantz. En 1725 regresó definitivamente a Dresden donde murió en el diciembre de 1745. En su catálogo musical, mínimo en comparación con el de Telemann o del mismo Bach, domina la música religiosa: más de veinte misas, casi un centenar entre partes de misas, antífonas, salmos e himnos litúrgicos, diez motetes y cuatro oratorios. El catálogo instrumental, desarrollado probablemente más por deber que por real interés, incluye seis sonatas en trío, cinco caprichos para orquesta, un par de oberturas y la célebre Hipocondrie para siete instrumentos, una obra misteriosa cuyo título todavía no ha sido explicado. Sin restarle nada a su repertorio instrumental, brillante y original, en equilibrio entre mundo francés y mundo alemán, hay que reconocer que es en la música religiosa en donde el genio de Zelenka brilla con mayor intensidad. La música de Zelenka, barroca en todos sus elementos, nos eleva con esa fuerza que solo Bach se había atrevido a usar con nosotros. Pero lo hace “ensuciándose las manos”, pasando por esa dimensión terrena que el genio de Eisenach había eliminado de su música. Bach miraba hacia arriba indicando con ambas manos el cielo, glorificándolo con todas sus energías. Zelenka regala una mano a Dios, y otra a nosotros.

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